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miércoles, 22 de febrero de 2017

La mujer mas buena del mundo.-



Me da mucho que pensar.
Dentro de mi trabajo de técnico, con un comité que llevar, con una tarjeta con cierto crédito, siendo "amigo" de mi banco, como la suma de tanto no me hace muy feliz.
Las personas que trato en mi trabajo, y que tanto me aportan, los vendedores que se levantaron y vinieron enfermos a votarme, un libro de terror dedicado por su autora, que como bien dice, está contraindicado a alguien que duerme con la tele encendida y escucha auuuuuu!!! por la noche, una caja mágica con un escarabajo mágico de hace 20 años, un almanaque con nuestras fotos con un clip a juego para colgarlo y dos plumas, pueden hacerme tan tan tan feliz.
Antes de dormirme, mirar el atrapasueños y pensar, ojalá hoy sueñe algo bonito y se cumpla.
Enchufar el móvil al cargador, en ese momento, justo antes de apagar la luz y pensar que estoy acompañado.
Una estantería de mi comedor reservada exclusivamente para nuestros relatos, cartas y felicitaciones navideñas, una cartera, un mechero que solo enciendo 10 cigarrillos al día, y mil cosas que me encantan, que veo, que toco y que me llenan.

El día que ya no este, me dará igual quien se quede con mi coche o con mi casa o con mi tarjeta, pero mi moto será para esa persona, con el casco negro rayado con esa chaqueta de hace 20 años que casi me cargo al lavarla este otoño.
No sabré a quien dejarle mi verdadero legado. esas cartas y postales y plumas y cajitas y cds mágicos.
Tampoco sabré a quien darle mi atrapasueños, ni mi mechero mágico, ni tantas cosas importantes con las que se han llenado mi casa, cosas llenas de valor, de esperanza en malos momentos, de compañía en la noche, de cariño en las Navidades, esas cosas realmente importantes.
También este bloguert caerá en el vacío, estos relatos y comentarios... a nadie le interesaran, y bueno, una vez más, una tarde de cansancio, dolor de cabeza y sensación de angustia va a terminar bien gracias a un libro de terror que no podré leer, unas plumas, un almanaque y una cajita metálica con un escarabajo mágico dentro.

Yo a los 20 no era así. pensaba en grandes coches, casas, cuentas corrientes... pero a los 40 pienso en plumas, mecheros que solo encienden 10 cigarrillos al día y en un escarabajo mágico.
Así que esta entrada es para la mujer más buena del mundo, simplemente, por hacerme feliz.







lunes, 20 de febrero de 2017

SaHaRa




Mi padre tenía veinte años cuando tuvo que irse a hacer servicio militar. Destino Sahara. Frontera con Mauritania. 16 meses en la MILI.
Solo tuvo un permiso para volver a casa a los seis meses de estar entre las dunas del desierto del Sahara.    

Resulta que para volver a casa tenía que enfrentarse a una verdadera odisea, porque de El Aaiún - Mauritania- tenía que coger un avión militar  hasta las Palmas - Las Canarias-  y de las palmas un avión comercial a Tenerife y de Tenerife ya a Sevilla.    

Resultó que estando con la ilusión propia de tener su primer permiso y posiblemente el único que tendría en 16 meses, llegó a ese Aeropuerto en Tenerife.  Va a la ventanilla para comprar el billete para Sevilla y le dicen que para Sevilla no hay vuelo hasta dentro de tres días pero para el día siguiente hay uno para Málaga.  Bueno, pues para Málaga. Él lo que quería era llegar a la península y ver a la novia - mi madre- .   Con el billete en la mano se fue a cenar al restaurante del aeropuerto, y pensó que el aeropuerto estaba donde dios perdió el mechero, que si volvía a Tenerife para dormir en un hostal  teniendo que madrugar para volver donde estaba en ese momento  para coger el vuelo a las 8 de mañana del día siguiente  corría el riesgo de quedarse dormido, de no llegar a la hora, perder el vuelo.... y  ¿Qué hacer entonces?   Tuvo una idea, no poco arriesgada.  Hacerse el remolón y quedarse a dormir en  la terminal.  
Pues eso fue lo que hizo.  Se acopló a un apartado de asientos bien cómodos y se quedó dormido.    Entrada la media noche alguien lo despertó, advirtiéndole que no podía estar allí. Que debía marcharse y volver al otro día.  Mi padre que siempre ha tenido don de palabras, le explicó su odisea personal.  El hombre que lo despertó con un compañero más,  le advirtió de la suerte que había tenido, no era raro  de que patrullas militares pasaran por allí, mi padre que iba vestido con su uniforme no hubiera pasado desaparecido y con seguridad habría tenido problemas.

Los hombres  resultaron ser lo vigilantes del lugar. Hicieron claramente la vista gorda.  Le preguntaron a mi padre que si quería ver todo aquello.  Pues si...   
Lo llevaron a la  Torre de control y cada uno de los departamentos y terminales.... Acabaron en la cafetería. 

¿Cenó anoche? 

Bueno.. Un bocadillo y una cerveza.

Entraron en el bar y le sacaron platos de todo.  Mi padre se dio un gran festín.  Después de la inesperada comilona lo dejaron dormir y antes de que abrieran el aeropuerto lo  despertaron. Mi padre fue al baño, se aseó un poco y cuando salió del baño el trajín del lugar era como el de cualquier otro día.  
A las 8 en punto estaba sentado en su asiento del avión rumbo a casa. Rumbo a Málaga. Aún le quedaría un pequeño trayecto hasta llegar a su pueblo, Dos Hermanas, pueblo Sevillano.   
Llegó claro que llegó. Permiso de un mes que como podréis imaginar  disfrutaría cada minuto.


Después quedaría el camino de vuelta al desierto. Que no fue fácil tampoco.  Cuando llegó a las Palmas - Las Canarias- No había avión para El Aaiún - Mauritania- hasta tres días después. Allí se fueron encontrando algunos amigos del batallón que se encontraban en la misma tesitura de tener que esperar.
Llegaron tres días tarde.  Orden de aviso de "Busca y captura" a la península por no haber vuelto del mes de permiso.   Explicaron lo sucedido. El papeleo se arregló.  Pero del arresto... de eso no se libraron.  Aunque para quienes sabían de ante mano que hasta dentro de un año no volverían a  casa el arresto era lo de menos.




El primero de la fila. Mi padre -Juan-






martes, 14 de febrero de 2017

Paco "El Sola"



Siete años.  La huerta de mi padre.   Paco "El Sola" era el agricultor que le ayudaba con las cosas de la finca.  Alto, delgado, muy moreno, lleno de arrugas en el cuello, era mi héroe.

Cuando oía que llegaba el tren lo dejaba todo y me decía, el tren, y los dos salíamos corriendo atravesando el huerto para verlo pasar.

Tenía un ciclomotor rojo y me gustaba la moto de Paco.

Una vez regando, en la tanda (hora en la que se permite regar tu finca), noto que por la acequia corría menos agua y me dijo... vamos!!!
Salimos los dos corriendo a la finca de al lado y ahí estaba el motivo, al vecino "se le había olvidado" cerrar totalmente la trampilla que daba riego a su huerto poniendo "una piedra pequeña" con lo que el agua continuaba regando lo suyo.
Paco "El Sola" le llamó la atención y volvimos a regar lo nuestro.

También me montaba en un tractor, gigante y azúl que tenía mi padre, con el que labraba el terreno y es que con Paco "El Sola" no te podía pasar nada malo.

Cuando llegaba a la finca de mi padre, siempre iba a buscarlo. Tenía una caña con la que bebía algún trago a la litrona de cerveza mientras almorzaba y un limón en el agujero grande del botillo para que no le entraran insectos.

Paco "El Sola", mi héroe a los 7 años.





domingo, 12 de febrero de 2017

Mi Palmera



Esta es mi palmera, si soy honesta es la palmera de mi abuela Margarita.

Cuando era pequeña e iba a visitar a mi abuela  a su piso, en la primera planta de un barrio obrero,  siempre veía en el descansillo de la escalera una pequeña palmarita en un macetón demasiado grande.   Siempre tocaba la tierra o las ramas que siempre me pinchaban mientras esperábamos que mi abuela abriera la puerta.

Cuando tuve 10 años mi abuela murió y la palmera nos la trajimos a casa con algunas que otras cosas personales, como un juego de vasos con unos labrados  preciosos, que los tengo ya adquiridos como míos, me encanta utilizarlos en mi cumpleaños o en navidad.  

Con los años la palmera fue creciendo y ya no había macetones que pudieran advergarla, así que mi padre tuvo la idea de plantarla en la plazoleta del barrio,  por aquellos entonces el barrio era nuevo y la plazoleta era prácticamente terrizo.  Lo comentó con los pocos vecinos que vivian en ese momento y a todos le pareció perfecto.  Y así fueron pasando los años, y la palmera de la abuela Margarita fue creciendo, y nosotros ( mis hermanos y yo) con ella.

Los tiempo cambiaron y el Ayuntamiento decidió arreglar nuestras calles y con ellas los jardines y de pronto llegaron operarios de jardinería y decían que tenían que arrancan la palmera para poner otro árbol.  Mi padre les explicó que era la palmera de su madre, que llevaba allí plantada 15 años y que para nada la iban a quirar de allí para poner otro árbol que podía estar en cualquiera de las otras cuatro plazoletas de mi barrio.  Los operarios indignados por el "tío loco"  ese que no lo habían dejado trabajar esa mañana le dijeron a mi padre que tenía que ir a decirlo al ayuntamiento.  

La palmera se quedó donde estaba.  Cada año vienen los operarios de jardinería  para podarla y fumigarla.  Mi padre en cuanto escucha el ruido de las cierras sale, se acerca a los operarios y le cuenta todos los años la historia. 

Es parte de mis vistas diarias.  La miro desde la ventana de mi cocina, la veo agitarse con fuerza en las tormentas, inmóvil bajo el abrazador calor del verano Sevillano. Cuando subo a la azotea la veo que ya supera la altura de casa,   pienso en mi abuela y en la sorpresa que se daría si pudiera verla, en mi padre y su tesón para mantenerla ahí. Me encanta la idea de ir viviendo en mi casita y que los años pasen a poquitos y que la palmera de mi abuela permanezca siempre y algún día mis sobrinos le cuenten su historia a sus hijos...









jueves, 9 de febrero de 2017

El olivo.-


Una de esas pelis españolas que tratan los sentimientos, en este caso, de una nieta con su yayo, de unos hijos que tuvieron a un padre duro, de una nieta que tampoco perdona a su padre y bueno, relaciones familiares “intensas” como en toda buena familia.
Un agricultor presume de su olivo milenario, que es una herencia de los abuelos de sus abuelos y que el agricultor conserva con respeto y admiración.
Unos hijos que quieren venderlo a una multinacional por 30.000€, dinero que siempre viene bien para ayudar con la hipoteca, o el préstamo del coche, o una reforma en casa...
El yayo cae en depresión cuando se llevan su olivo, deja de comer, deja de hablar y se quiere morir.
La nieta lucha por ir a Alemania a traerle a su yayo el olivo, para que así sane, ambaucando a su tío y a su amigo en un viaje, con un camión que no es suyo y con una multinacional que no está por la labor de devolver el árbol.
Muchos sentimientos, muchas relaciones familiares con reproches, rencores, rabia... y bueno, una película que me hizo pensar sobre el arraigo a la tierra del agricultor.
Me acosté pensando en mi padre. El heredó de su padre unas tahúllas (1 tahúlla = 1.150 m2 de superficie) de naranjos y limones, a los cuales les dedicaba mucho tiempo.
Con su trabajo de maestro, siempre iba a ver la finca, o bien a las 12.30h a la salida del cole o, cuando llegaba el buen tiempo, a las 17h.
Le gustaba pasearse entre sus naranjos, sabía de qué árbol había que coger la naranja más dulce, utilizaba el agrillo (hierba que sale alrededor del árbol, que lo protege de las heladas, que nunca se arranca y que en primavera florece con unas flores pequeñas y amarillas) como alarma ya que al pisarlo, se chafaba y sabía si el huerto “había sido visitado o no”, cogíamos naranjas siempre de muchos árboles, no de uno, que luego cuando se vendía “a farraso” (por kilos...) los árboles debían tener una buena cantidad de naranjas y bueno, creo que su huerta era su vida.
Le gustaba sentarse en el sillón de su padre y hacer crucigramas en su huerta, la de su padre, con su seat 850 especial a la vista y bueno, con esta película recordé como mi padre cuidaba de su huerta, la huerta de su padre y como sentía un arraigo a esa tierra y a esos árboles.
Él no tuvo una olivo milenario que vender Él tenía una palmera imperial con ocho brazos y con el boom inmobiliario nos la quisieron comprar para ponerla en una de las mil urbanizaciones que existen en la zona y por respeto a su memoria, no la vendimos.
Ahora está todo perdido. Nadie va a vistar las fincas. Todo es de todos y nada es de nadie. Los árboles se han secado. Todos tenemos muchas cosas que hacer antes que cuidar del legado de mi padre y bueno, quizás cuando realmente sepa que tahúllas son de mi propiedad, quizás las plante de naranjo en su memoria y quizás vaya alguna tarde a hacer crucigramas, en el sillón de mi abuelo, teniendo a mi seat 850 a la vista...:)










miércoles, 8 de febrero de 2017

El bar de los locos!!!



7.30am, justo una hora después de levantarme y haber conducido unos 35 km. Aún durmiendo...

Tomando el café de antes de entrar a trabajar en un bar de barrio.

- "Sois unos gilipo. y os voy a matar a todos...", los buenos días del dueño del bar...Juan.

- "Juan que te has hecho en el pelo, te veo distinto???" (Juan está casi calvo,,,)

- "Sois unos gilipo. y os voy a matar a todos...", nos contesta Juan.

A esa hora siempre somos los mismos. Juan, el cura D. Vicente, Miguel que tiene una empresa de decoración y le gusta la bici de montaña, un chico que es electricista y yo.

Y es que Juan, una vez me puso tan tan tan nervioso que lo llamé "enano y cabrón" y bueno, luego tuve que ir a pedirle disculpas... que yo a la gente nunca le hablo así.

Es de esos bares donde te cobran el café a un euro, donde si olvidas la cartera lo puedes pagar al día siguiente, donde te ayudan a buscar un piso de alquiler si te hace falta y bueno, es un referente en el barrio.

En el bar de Juan no te puede pasar nada malo. Sus clientes estamos "blindados" de otras personas que puedan estar allí consumiendo y que en un momento dado puedan buscarse un lío.

Se trata de un negocio familiar donde está su hermana, sus dos sobrinos, su hijo discapacitado limpiando las mesas y es que, para darle el dinero a un extraño, mejor a sus sobrinos, no?, donde nos llama "chiquitín" a los clientes, "Mari chocho" a las clientas y donde hasta el cura D. Vicente le dice en tono de broma, "Juan, no le digas eso a tus clientes...", a lo que nosotros le contestamos "D. Vicente, un día cerramos la reja y lo vamos a hinchar....", a lo que Juan nos contesta, "que os follen a todos...", a lo que nosotros contestamos "así sea...".

Y Juan tiene un campo, y cuidó de su madre de manera ejemplar, y los sobrinos se pelean para ir al campo de Juan y ver proyectadas películas de Internet mientras están disfrutando a su tío.

El bar de Juan o el bar de los locos, como me gusta llamarlo así...;)




martes, 7 de febrero de 2017

Mi pollita Noca


A mi pollita la conocí hace 7 años.
Ella tenía 21 y estaba estudiando, pero los graves problemas visuales que padecía unido a una serie de circunstancias familiares, hicieron que dejara sus estudios, se afiliara en la Institución donde trabajo y buscara una salida laboral y económica.
Lo primero que tuve que hacer con mi pollita fue acompañarla en su proceso de aceptación a su seria problemática visual.
Como vidente ella estudiaba, creo recordar que tenía un novio, tenía aficiones como vidente y bueno, asociarse a una Institución especializada en ceguera y deficiencia visual es reconocer los graves problemas visuales que padecen.
Es wai ser del Real Madrid. Es wai salir los findes de semana a montar en bicicleta. Es wai ir al cine a ver una película de terror con palomitas, pero no es wai, aunque necesario, asociarse a una Institución donde la ceguera y la deficiencia visual grave es el denominador común.
Una de las cosas que le tuve que pedir a mi pollita fue la certificación del Gobierno valenciano como que veía mal, certificación que no venía o si venía, venía fatal, dándole un grado de minusvalía muy inferior al que merecía por su grave problemática visual.
Pero mi pollita no era de esas de acurrucarse entre las plumas de su madre así que recurrimos, y luchamos, y pedimos más informes médicos y volvimos a solicitar hasta que a los 3 años... si, a los 3 años por fin le vino una correcta calificación de su problemática visual.
Así que empezó a trabajar en la Institución, empezó a hacer amig@s en la Institución, su problemática familiar mejoró y mi pollita empezó a lucir pero esta vez con su trabajo.
Ahora tiene 28 años, es un referente laboral dentro de mi Institución, todo el mundo la conoce y todo el mundo la quiere.
Con su trabajo ayuda en su casa en lo que puede. Tiene uno de los hombres más grandes y buenos que conozco como novio y mi pollita se ha ido a vivir con él, a compartir su vida con él y los dos han tenido mucha suerte por conocerse.
Dentro de 14 años yo tendré 61 años y estaré pensando en jubilarme. Mi pollita tendrá 42 años, estará casada, tendrá hijos y será una mujer de mediana edad con su propia familia, pero en el fondo, siempre será mi pollita, mi pollita Noca, a la que el Gobierno valenciano no la quería reconocer con su discapacidad visual...:)



lunes, 6 de febrero de 2017

Como una oca.-




Todas las mañanas iguales.

8 am, Antonio levántate.

8.10 am, Antonio vístete y al baño.

8.20 am, Antonio desayuna, comételo todo, la leche caliente, no del frigo...

8.30 am, Antonio la cartera, las libretas, la goma, el lápiz...

Y Antonio va sin mucho interés al colegio.

En el colegio se aburre.

No hablan de cosas interesantes como del Real Madrid.

Tampoco juegan a la wii y bueno, las profesoras rollo entradas en años de la vieja escuela tampoco le interesan.

De hecho, en su ida y venida al colegio, lo que más le gusta es una oca. Una oca rebelde, de esas que abren las alas y se acercan a picarte, de esas que son un poco oca- loca, que al igual que a Antonio, tampoco le interesan las profesoras rollo de su colegio de oca.

Es que Antonio no atiende. Es que Antonio le tira gomas a su compañero. Es que Antonio habla en clase. Es que Antonio ha sacado un cinco y medio. Es que Antonio no lee las preguntas del examen... a lo que la oca le respondería, “es que usted, nada menos que una de las personas más importantes en la vida de los niños, nada menos que una maestra, no es capaz de captar su atención, porque es aburrida y porque no tiene imaginación para reinventarse y dejar a la altura del betún al Real Madrid y a una wii, y es que esa mediocridad es la suya, que una simple oca despierta más interés que usted...”, al menos para Antonio...

Y bueno, tooodo el rosario de recursos para Antonio para etiquetarlo y clasificarlo y medicarlo, cuando lo que de verdad tendrían que hacer es, preguntarle a una oca y aprender a ser un poco más como las ocas.

Pero los engranajes del sistema empieza, hay que etiquetarlo, medicarlo y ya vaticinan su futuro, “no estudiará una carreraaa...”, “no será médico ni arquitectooo...”, cuando quizás lo que habría que pensar es que sea de mayor un tipo feliz, tan tan tan feliz... como una oca.

Cuando “la vieja escuela” no es capaz de funcionar con la diversidad, cuando todo lo que sea distinto, es un problema, cuando los modelos educativos, arcaicos y reformados para peor, no son capaces de sacar adelante a los muchos Antonios, que son muchos y cuando una oca luce en lugar de lucir nada menos que una maestra...”que son las más guapas y las que más saben...” al menos cuando tienes 7 años.

viernes, 3 de febrero de 2017

Un monstruo viene a verme...

Un monstruo viene a verme...
Una película que me mandó Nieves de esas que ves en un tarde de invierno, no esperando mucho, pero que me encantó y con la que me identifiqué.
Un árbol milenario va en ayuda de un niño de 12 años, el cual su mama tiene c., y debe llevar las riendas de su casa y cuidar de su madre.
El árbol le cuenta tres historias, la de un príncipe bueno y humilde que se vuelve vengativo y tirano cuando matan a su prometida, la de un párroco que abandona sus creencias para salvar a sus dos hijas y una tercera que habla sobre cómo debemos soltar a las personas que están gravemente enfermas y se deben de marchar.
El árbol es fuerte y poderoso, a la vez tierno y enseña al niño a encauzar su rabia, destruyendo el comedor de su abuela tirana tan apegada a los objetos materiales, a no perder sus creencias no dejándose pisar por uno de sus compañeros de clase y a soltar la mano de su madre para que pueda fallecer en paz, sin sentirse culpable de haber deseado en algún momento su muerte.
Habla de cómo el niño tiene sentimientos contrapuestos. De cómo quiere que su madre sane, por un lado, pero que fallezca, por otro, para acabar con su sufrimiento, y simplemente con su poder lo ayuda y sus historias lo va ayudando.
La cuarta historia la debe contar el niño. Debe contar el origen de su pena, de su remordimiento, de su silencio, de su distanciamiento, su secreto... y su secreto es, que deseaba la muerte de su madre para dejar de sufrir al verla tan enferma.
Yo, con 19 años, tuve la desgracia de vivir la enfermedad de mi padre.
Por un lado, abandonar mi piso en Alicante con dos compañeros, el vivir pendiente de una persona a la que había que levantar, asear, darle de comer..., ser consciente de la oportunidad de poderlo ayudar, pero ser consciente de que era un ancla que me impedía llevar una vida acorde a mi joven edad.
Cuando falleció, un descanso. Un ya está. Un se acabó. Una liberación.
A los meses, la pena de poder haberlo hecho mejor, haber pasado más tiempo con él, haberle contado más cosas, haberlo llevado más a su huerta, haberle comprado más su dulce preferido, haberle sonreído mas...
Al final, la aceptación, mi perdón y la paz.
Una película altamente recomendable, de sentimientos, de historias, de árboles fuertes y milenarios con los que nunca nada malo nos puede pasar.

jueves, 2 de febrero de 2017

El mundo de Adrián!!!



Siempre pasaba lo mismo y siempre era a la misma hora.

Cuando se abre la cuarta dimensión, cuando se producen los viajes astrales, cuando los muebles crujen y “oímos en el silencio”... la puerta siempre chirriaba y siempre se abría.

Era un sonido metálico, de bisagra poco engrasada, de aire frío en la cara, pero siempre sonaba, a la misma hora, y la puerta, siempre se abría.

El joven Adrián decidió encontrar el porqué..., descubrir el cómo..., y tuvo que ausentarse de sus tierras y de esa puerta que, cuando al acostarse cerraba, siempre amanecía abierta.

Cogió su caballo y emprendió viajes a la montaña, la montaña de la sabiduría, la montaña de los 5000 metros de altitud, la montaña donde estaba ubicado “el monasterio”, el monasterio  de los Monjes Templarios, el monasterio donde estaba Fray Teodoro, erudito de la época, médico, hombre de Fe, conocido por su valor ante su “oposición a la hoguera”, a la quema indiscriminada de mujeres, hombres  y niños, de jóvenes y ancianos, a la quema y destrucción de la poca cultura que existía en la época.

Fue un viaje peligroso. Las bajas temperaturas y el hambre voraz de los lobos no lo dejaban dormir. El crujir de ramas de pisadas de asesinos y ladrones tampoco. Un hombre sin caballo en esas tierras solo podría sobrevivir unos días, y él lo sabía.

En la montaña la nieve cubría toda la piedra viva, no había ni una brizna de hierba.  El joven Adrián cubierto con los ropajes más abrigados que poseía llegó al portalón del viejo monasterio.   El aire de las montañas cortaba la piel de su rostro y sus manos engarrotadas apenas tuvieron fuerzas para llamar otra vez al llamador.

El monje más anciano del pequeño monasterio fue el encargado de recibirle.  Asombrado por la inesperada visita invitó a entrar al  valiente viajero. Aunque sabía que nadie pasaba por allí sino era por algún motivo.  Aquel monasterio no estaba en mitad de ninguna parte.   Quien llegaba es que buscaba sus muros.

Adrián no tardó en  dejar claro sus intenciones.  ”Necesito verle".  No hizo falta dar más explicaciones. El monte aún con su vista octogenaria pudo ver el colgante brillando tras los ropajes cubierto de frío, nieve y cansancio.   El viejo  le invitó a descansar y un poco antes de la cena prepararía el encuentro. El joven insistió y su acompañante con sus pies cansados lo acompañó hasta una gran sala.  ”Anunciaré tu llegada" dijo mientras se perdía por el pasillo y dejaba al viajero junto al crepitar de la chimenea.

Su rostro ya tenía cierto color y sus manos resucitaron del frío.   Se giró al escuchar los pasos de las sandalias.

Fray Teodoro vivía retirado en una celda, cerca de la biblioteca, cerca de los comedores, con un patio interior, viviendo de una manera mísera.

"Esperaba tu visita", dijo Fray Teodoro.

"yo en cambio, esperaba no tener que volver, en cambio en los último tiempos vuelvo a estar inquieto, vuelvo a tener la sensación de no estar  solo en casa, de que  desconocidas visitas llegan en la noche sin decir nombre ni motivos. Creo que mi mente vuelve a perderse...", dijo Adrián.

"No hijo mío, no estás perdido. Necesitábamos tu ayuda de nuevo"

El aspecto de Fray Teodoro era frágil pero la edad y la enfermedad no le habían arrebatado su mayor tesón, su cultura y su saber.

“Cada noche, cuando se abren las puertas de la 4ª dimensión, siempre siento un aire frío en la cara y siempre oigo chirriar la puerta...”, comentaba Adrián.

El desconcierto abrazó la mente del muchacho.  Una fuerte punzada le recorrió todo su cuerpo, de pronto los olores y los colores del lugar no les eran desconocidos y una confortable sensación de hogar hizo expandir su bienestar.

El hombre con el que hablaba portaba un colgante similar al suyo.  Le hablaba de cosas que no entendía demasiado pero que les eran familiares, por libros que había que tenía en casa y por cuadros que heredó de su padre. 

 La conversación los llevó a uno de los rincones de la sala.  El monje abrió una estantería demasiado grande y pesada para creer que fuera capaz de desplazarla pero lo consiguió...

Dejó caer una especie de manta, el polvo acumulado impidió ver  a primera vista lo que quería mostrarle pero apenas un instante después pudo ver el brillo del acero, el dorado de los escudos, La cruz, la espada y el terciopelo de los ropajes.

“Te han estado esperando demasiado tiempo.  El acero y el fuego te esperan.  Y sabemos... tenemos la certeza que ninguno de los nuestros tiene el acero tan afilado ni un corazón tan duro como el tuyo.  Tenemos demasiado impíos a los que conducir por el camino de nuestro Señor".

Adrián en silencio, absorto por los acontecimientos no dijo gran cosa, solo alcanzó a agarrar con fuerza la empuñadura de aquel acero...

La cuarta dimensión lo había estado llamando. Solo él podía hacer frente a los demonios. Ese chirriar de la puerta, esa corriente de aire, ese viaje al monasterio, a visitar a Fray Teodoro, el monje guerrero.

Los demonios. Cada victoria, una derrota, y así desde el comienzo de los tiempos.

Habían habido antes muchos Adrianes valientes y muchos Teodoros guerreros encargados del inframundo, de la prevalencia del bien sobre el mal, de lo correcto frente a lo incorrecto y una vez más, el inframundo pedía venganza por su derrota.

Salió solo. En su caballo, rumbo al Norte, con sus ropajes y su espada, y con una misión clara, acabar con los demonios.

Tardó 45 días en llegar. Por el día cabalgaba y por la noche dormía frente a su fuego.

Comía raíces y lo poco que podía cazar.

Fueron 45 días de frío, de hambre, de miseria, con la única compañía de su caballo, siempre listo...

La espada afiliada, reluciente, a mano, dispuesta a ser desenvainada y utilizada como solo unos pocos sabían usarla, en nombre de la justicia, de la razón, del bien...

Y salió a luchar, a luchar solo, solo contra los demonios de Adrián, los que estaban en su mente, los peores, y tras 45 días de frío, de hambre, de humildad y de soledad, los venció, conociendo otro mundo, lejos del inframundo y de la cuarta dimensión, conoció el nuevo mundo de Adrián, lejos de corrientes de aire frío, puertas abiertas, frailes Templarios, espadas forjadas y manchadas de sangre en nombre de Dios y la Fé... y simplemente creo, el nuevo mundo, su mundo, el nuevo mundo de Adrián.
(escrito conjuntamente por Nieves Martín y Roberto Mazón).